Motivación


"No hay zonas grises cuando lo que está en juego es la supervivencia. No hay un mal menor. Por eso hoy los jóvenes hacen huelga en todos los rincones del mundo, y por eso pedimos que los mayores se unan a nosotros en las calles. Cuando nuestra casa está en llamas no podemos dejar que sean los niños los que las apaguen; necesitamos que los adultos se responsabilicen de haber prendido la chispa. De ahí que, por una vez, pidamos a los adultos que sigan nuestro ejemplo: no podemos seguir esperando". Greta Thunberg (Suecia), en Davos, 2019.

Cuando leí esto, no pude dejar de pensar que no sólo como adulto, sino como cineasta tenía más que un deber, una obligación de hacer algo. Y comencé a investigar, encontrándome con la evidencia desoladora, de que estamos siendo alertados por la mayoría de los científicos del mundo, en todos los idiomas, en todos los medios de comunicación, sobre la crisis climática que se nos avecina, y en general se hace muy poco pues otras urgencias copan la agenda de los gobiernos y las personas.

A esto se suman las continuas guerras, en varios continentes, y la proliferación de armas nucleares. Hoy, 9 países poseen alrededor de 12.500 ojivas nucleares, muchísimas más poderosas que las dos de Hiroshima y Nagasaki. Y además, algunos de estos países son dirigidos por personas realmente poco confiables.

Vivimos una época extremadamente peligrosa, en la cual nuestro hogar, nuestro planeta puede colapsar fácilmente en su habitabilidad y poner en peligro nuestra existencia en él. Ya sea por crisis climática, por guerras, o por ambas.

Pero, ¿cómo la humanidad ha llegado a esta situación?. Pues, nos hemos dejado gobernar por el ansia de poder, la avaricia y el egoísmo. Estas motivaciones o patrones de conducta han sido los motores centrales que han impulsado a nuestra sociedad hasta este incierto lugar. Basta mirar alrededor y ver como el ser humano continúa destruyendo glaciares, el agua dulce del futuro, para sacar más minerales, o sigue perforando la Tierra en busca de más petróleo o gas, destruyendo bosques para sacar más madera, rociando con pesticidas los árboles frutales sin importar si desaparecen insectos esenciales para la polinización, etc. y etc., en fin, la lista de la barbarie por dinero es larga.

Pienso que lo único que nos puede llegar a salvar, como especie, es reinventarnos o reiniciarnos. Formar sociedades que su motivación central, su motor de movimiento, sea el amor al prójimo, la justicia, la cooperación, la dignidad humana, el bien común, la fraternidad, la humildad y las relaciones solidarias.

Y esto es lo que intento transmitir en esta serie: aún estamos a tiempo de construir un mundo mejor.

Estoy seguro que 2085 permitirá visualizar más fácilmente al espectador como será nuestro mundo si sucumbe; sumergirse en él audiovisualmente, apoyado por una historia central, universal, de amor y sacrificio, amistad y lealtad, hará que el mensaje puede llegar de manera más certera, tocar más cerca al espectador, concientizarlo de manera más efectiva para que reaccione y accione respecto al crucial momento que estamos viviendo como humanidad.

Como artista, como creador, no quiero narrar una historia solamente entretenida, quiero escribir una historia que tenga un propósito, un contenido, y creo que éste, es urgente, es de sobrevivencia pura y dura. Siento que no saco nada con hacer películas de humor, de aventuras, de reivindicaciones sociales, si mañana no tendremos un hogar habitable. Y es responsabilidad de nuestra generación que esto no ocurra. Desgraciadamente soy consciente que somos la única generación en la historia de nuestra civilización que dejaremos a nuestros hijos un mundo peor del que recibimos de nuestros padres.